Desde 1950, Colbo transforma la arcilla roja extraída de la Cordillera de los Andes en piezas únicas de vajilla que combinan arte, innovación y tradición. Fundada por la arquitecta y ceramista Colette Boccara, es un referente del diseño argentino.


La forma ligeramente triangular de platos, cuencos y ensaladeras es el sello distintivo de la vajilla de Colbo desde hace más de 70 años. Este icónico diseño argentino tiene una razón. “Al trabajar con arcilla roja expuesta a altas temperaturas, descubrimos que la forma tradicional de los platos no era adecuada para evitar las deformaciones que se producían en el proceso de cocción. Para resolver esto, Colette Boccara llegó en 1950 a la forma que hoy en día es nuestra seña de identidad”, detallan desde la marca.
Esta geometría no solo permitía resolver los problemas técnicos del material, sino que también optimizaba el uso de los espacios en la cadena productiva. Además de su diseño, a Colbo lo distingue su materia prima, que proviene de los suelos de la Cordillera de Los Andes, en Mendoza. El ojo visionario de Colette Boccara descubrió que este gres rojo podía transformarse en vajilla.
Todo comenzó cuando la arquitecta y su esposo, el también arquitecto César Jannello, se mudaron a Mendoza en 1948. En este contexto, Colette encontró su camino en la cerámica. Fascinada por las propiedades del gres rojo, material extraído del pedemonte mendocino -ese pequeño borde o dique de tierra que se ubica transversalmente en los cauces de los ríos, reteniendo los sedimentos- se enfrentó a un desafío de evitar las alteraciones que sufrían las piezas durante la cocción.
Colette le puso las primeras sílabas de su nombre y apellido a la empresa. Así nacía Colbo, una línea de vajilla artesanal y disruptiva.
A lo largo de las décadas, la marca creció y evolucionó, consolidándose como una empresa pionera en el diseño argentino. Entre 1960 y 1965, Colette realizó una importante ampliación de las instalaciones y adquirió nueva maquinaria. Durante los años 70, la empresa obtuvo gran presencia en el mercado nacional y en el exterior bajo la dirección de Matías Jannello, hijo de Colette y César, quien destaca: “En Europa, nuestra vajilla resultó una sorpresa”.
A principios de los 80, la realidad económico-política del país obligó a cerrar la fábrica. Se interrumpió la historia de un emblema del diseño en la Argentina. Por suerte, sólo fue una pausa. En 2005 se puso en marcha una iniciativa de rescate y revalorización de las obras de Colette Boccara, quien murió al año siguiente, a los 85 años.
La vajilla Colbo fue reeditada gracias al trabajo conjunto de Matías Jannello y el diseñador industrial Martín Endrizzi. Con un enfoque en la innovación tecnológica y un profundo respeto por el legado de Colette, la marca recuperó su lugar en la escena del diseño nacional.


Pasado y proyección
Hoy, las piezas de Colbo siguen siendo elaboradas con gres rojo extraído de la cordillera mendocina, esmaltadas por dentro en tonos elegantes. “Cuando reabrimos decidimos incorporar color, algo que en la década del 50 era más complejo. En ese momento pensamos en hacer paletas estacionales. Nos llevó seis meses poner a punto los colores, que son verde oscuro, turquesa, amarillo y gris. El proceso resultó más difícil de lo que
parecía, no tenemos un laboratorio de colores interno entonces había muchas idas y vueltas de puesta a punto. La idea de cambiar cada tres meses la paleta quedó en nada y, por otro lado, vimos que el cliente pide continuidad. Entonces los colores quedaron estables”, comenta Martín Endrizzi. Y detalla la forma curiosa en la que agregaron un quinto color: el tono olivo: “Es el más interesante, porque surge de lo que sobra de todos los esmaltes. Somos muy cuidadosos en el lavado de las piezas. En un momento vimos que en las piletas se iba acumulando esmalte y decidimos probarlo. El resultado fue un verdecito olivo que es hermoso y nos aporta esto de recuperar hasta el último gramo de esmalte que podamos”.
Cada set de vajilla -platos, cuencos, bandejas, dips, ensaladeras- muestra un equilibrio entre la rusticidad de la arcilla y la sofisticación de los colores y sus formas bellas.
“Creo que Colbo es el punto de encuentro entre diseño y artesanía y se mantiene vigente, porque se inscribe dentro de los clásicos modernos. Por otro lado, tiene una identidad fuerte regional: el hecho de no ocultar el color de la arcilla, creo que nos aporta una identidad muy especial”, observa Endrizzi.
Tal es su relevancia, que Colbo fue nombrada embajadora de la Marca País por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina. Sus piezas se venden en la tienda del Malba y son favoritas en los mejores restaurantes. Además, traspasa fronteras: forma parte de la exhibición “Crafting Modernity: Design in Latin America, 1940–1980” en el MoMA de Nueva York, abierta hasta noviembre de 2024.
La marca mantiene vivo su legado a través de un diseño propio, calidad inigualable y una notable durabilidad. Desde que se selecciona la arcilla de las laderas hasta llegar a las mesas más exclusivas, cada pieza de Colbo refleja un meticuloso trabajo artesanal. Cuando se la observa del revés, puede verse la firma de quien la hizo posible y el sello original de Colette Boccara: una composición circular que incluye sus iniciales.
Más que vajilla, Colbo es una fusión de funcionalidad y estética que honra el pasado y se proyecta hacia el futuro apoyándose en una identidad única.