¿Qué es el Mindfulness y cómo adaptarlo a al vida cotidiana? Recursos para lograr la Atención Plena.
Fotos de Julia Gutiérrez
El concepto ha sido traducido de diferentes formas, pero las expresiones más aceptadas son Atención Plena y Conciencia Plena. El Mindfulness permite estar en el presente, vivir el aquí y ahora. Es decir, reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo, aceptando activamente el fluir de la experiencia.
El referente mundial de esta disciplina es Jon Kabat-Zinn, un profesor emérito de la escuela de medicina de la Universidad de Massachusetts que define el Mindfulness como “Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.

Ana Fedullo, instructora de yoga, meditación, terapeuta transpersonal y experta en desarrollo personal, recibe a Parla para conversar acerca del Mindfulness y ofrece:
4 hábitos emocionales para mejorar la calidad de vida
1. Nada de lo que nos está pasando está mal.
Lo que estamos viviendo, sea la falta de trabajo, un trastorno en la alimentación, una pérdida, una separación. Nada está mal. “Cuando dejo de juzgarme y puedo comprender que cada uno está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene, ese es el primer hábito que siempre pongo sobre la mesa para que la persona pueda tratarse a sí misma de una forma diferente frente a los momentos difíciles”, cuenta Ana. El objetivo es poder comprenderse, abrazarse. Desde ese lugar empieza otra historia.
2. Buscar momentos para darme cuenta cómo estoy.
La idea es detenerse y notar cómo está mi postura, en qué estoy pensando, cómo me siento. “Si bien el Mindfulness no busca cambiar lo que está pasando… lo que está pasando cambia cuando yo tomo conciencia. Porque es muy difícil sostener hábitos nocivos desde un estado de conciencia. Entonces, cuando empiezo a darme cuenta de que eso me está afectando y de que hay otra forma, empieza a cambiar solo”, cuenta. ¿Cómo llevar adelante este hábito? Poner una alarma en el teléfono varias veces al día para darse cuenta cómo está el ritmo cardíaco, la respiración. La idea es no juzgarse, sólo aceptar el momento tal cual es.
3. La clave es sonreír
“Siempre,cuando termino una meditación, les digo que hagan la postura de felicidad. Porque el yoga tiene posturas de manos, que son las asanas, posturas de cuerpo que son las mudrás y posturas faciales. Y hay una que es la postura feliz”. Según explica Ana, los estudios de neurociencia indican que, al sonreír, los músculos que se mueven llegan al cerebro como un mensaje que indica que todo está bien. Entonces hay algo que cambia.
4. Ejercitar el diario de gratitud
Antes de dormir, preferentemente, ya que es un momento muy importante del día, la idea es poder agradecer algo sutil, chiquitito, que haya sucedido. Poder repasar desde la mañana hasta la noche y agradecer un café que me tomé con una amiga, o una ducha relajante, o un mensaje que me llegó. “Se trata de entrenar el hábito de la gratitud. Porque la gratitud conecta con algo muy fuerte y eleva nuestra frecuencia vibratoria. Estamos tan focalizados en lo que nos falta y tenemos tantas cosas por agradecer, que se nos pasa el día y la vida sin valorar esas pequeñas cosas que son mucho. Irse a dormir en estado de gratitud y de tenerlo todo es muy importante”, resume Ana.