La arquitecta Sol Juárez se encontró con Bill Marshall para conversar acerca de la materialización de las ideas y las dicotomías que plantea la innovación.
Arquitecta y Gerente de Producto e Innovación de Azcuy, Sol Juárez conversó con Bill Marshall para recorrer sus inicios, sus obras más innovadoras y para exponer cómo se convirtió en un referente nacional e internacional en el diseño y la realización de fachadas.
¿Si te encontrás a alguien en la calle, ¿cómo le describirías lo que hacés?
Diría que me ocupo de darle materialidad a las ideas, sean mías o de otro.
Desde muy chico me conecté con las herramientas, con el hacer, con el banco de carpintero, la morsa. Por hobby, a mi viejo le gustaba hacer. No era su profesión porque era maestro pero le gustaba construir cosas. Y a mí siempre me gustó sentir el olor a madera o las chispas de la amoladora. A partir de allí me fui desarrollando con un pie en la materialidad de las cosas.
La arquitectura es historia, es información, y las fachadas contienen muchos datos…
Alguien dijo, no recuerdo si fue Le Corbusier o quién, que la arquitectura es música congelada. Yo creo que es mucho más que eso, es una cultura congelada. Pararte frente a un edificio histórico -o no, frente a un edificio que tenga muchos años-, te dice muchas cosas acerca de lo que era esa cultura en ese momento.
Si hablamos de innovación y del riesgo a fallar. En algún momento sentiste esa tensión de pensar por qué me metí en esto, por qué propuse esto.
No. Lo digo con humildad. Primero, porque siempre trato de hacer un double check con alguna persona referente en mi actividad. Consulto, pregunto, mantengo mi relación con diferentes foros e instituciones. Segundo, creo firmemente en la frase de Edison que dice que la invención es 99% transpiración y 1% inspiración. O 90% y 10%. Creo muchísimo en eso; y es la manera en la que me muevo.
¿Cuáles fueron las obras que te trajeron mayores satisfacciones y desafíos?
Hay muchos, pero podemos citar la torre Fira en Barcelona con Toyo Ito fue un proceso que disfrutamos muchísimo. Nosotros y también el equipo de b720, que eran locales ahí. Llegamos a un resultado muy bueno, todo el mundo estaba muy contento.
Diseñar una fachada tiene mucha responsabilidad porque la hacés para la ciudad, se corresponde con el contexto urbano y va a estar ahí por el máximo de años posibles. ¿Qué es una fachada para vos?
Lo que entendemos hoy por fachada es como el tímpano del oído. No está oculto, está a la vista, pero es a donde reverbera la ciudad y también el usuario que está adentro. Pasan las vibraciones, entendiendo la vibración como algo que va desde las intenciones estéticas hasta el flujo de calorías. Para mí, esa es la definición que más se acerca. Porque uno no ve los caños, no ve las estructuras y los contrapisos. Sin embargo, importaron recursos, dinero. Lo que uno ve es la fachada. Tiene una gran importancia.