Casa Nueza abrió su centro de producción y un segundo local en Palermo.
Agus ya tenía encaminado otro emprendimiento, Idear Home, una firma de mobiliario que creó junto a un socio, que es también su novio. Cata había estudiado pastelería clásica francesa y estaba viviendo afuera. En un momento, Cata volvió; y de repente llegó la pandemia. Entonces las dos hermanas Azcuy comenzaron a cocinar en casa lo que les gustaría comer: recetas saludables veganas.
“Catu estaba en Dinamarca haciendo una pasantía y yo siempre le decía: cuando vuelvas armamos algo juntas, nos va a ir re bien”, explica Agustina. Y eso fue lo que hicieron. Comenzaron a hacer pruebas de platos, a sacarle fotos, a compartir esas recetas en Instagram y los seguidores se fueron sumando.
El día que inauguró Casa Nueza, un pequeño espacio en Palermo, en la calle Lavalleja 1373, había cola en la calle, y pronto se quedaron sin producción. El secreto: el universo de la gastronomía vegana, hace un par de años, no estaba muy desarrollado; y ellas decidieron crear el lugar al que les gustaría ir a comer. Así de sencillo. Así de poderoso.
Un nombre elegido en familia
¿Por qué Casa Nueza? Según cuentan, el nombre costó bastante, les llevó meses definirlo. “Ya habíamos establecido la palabra Casa porque en un futuro siempre pensamos en tener un espacio en el que, además de la comida saludable y vegana, tengamos un espacio para hacer yoga; y que la gente venga a desayunar y a merendar. Así que dijimos “Casa” para expandir el juego. Nos juntábamos con mis hermanos (nosotros somos 4) a debatir nombres y a anotarlos en una hoja; y decíamos cosas tipo canela, cúrcuma, toda la pandemia buscando nombres”, cuenta Agus.
De repente alguien dijo “Casa almendra”… “Casa nuez” y nuestro hermano Pedro, dijo: “Casa Nuez, no; ¡Casa Nueza!”. Y de repente se hizo un silencio y nos miramos todos. Y él tiró por tirar, pero ama tener ese crédito. “Se lo vamos a dar a él el crédito. Es gracioso porque fue lo primero que dijo; ¡y quedó!”.
Así, ampliando las posibilidades, surgió el nombre. Es que no es fácil categorizar Casa Nueza: es un café, una pastelería, un restaurante, una proveeduría, un espacio de encuentro y también un referente para la gastronomía vegana.
Los hits de Casa Nueza: la tostada de palta con queso de cajú y fruta de estación, el Happy Bowl -que tiene yogur, quínoa, granola y frutas- y las tortas, como la torta Guapa, de banana con dulce de leche y coco, o la Torta Golosa, húmeda de chocolate con frambuesa y pasta de pistacho.
Una ampliación necesaria
“Durante un año y medio produjimos en Lavalleja, desde las tortas a las cookies, todo lo que ves se hacía allá. El desafío era abastecer la demanda. De repente eran las 4 de la tarde un domingo y estábamos vacíos, sin nada y no dábamos a basto porque no entraba más personal en el primer local. No entrabamos físicamente ni cabía la comida en las heladeras para stockear”, aclara Cata.
Y Agus agrega: “La gente venía y de repente no había lugar o no había más comida y de eso surgió la idea de abrir un centro de producción. En realidad, la gente nos fue llevando a agrandar la propuesta”. El espacio, ubicado en la calle Gorriti 3679, tiene capacidad para abastecer a esos dos locales y un poco más.
El local produce absolutamente todo lo que necesita para las recetas. Incluso, crearon una línea de productos listos para consumir que van más allá de lo vegano. En Casa Nueza es posible abastecerse de yogur vegano, kombucha -un probiótico que es parecido al kéfir-, o armar una picada con hummus de garbanzos con albahaca, por ejemplo. Productos envasados que guardan ese sabor casero para llevar a casa.
Agustina resume: “Cuando abrimos, apuntábamos a un público vegano. Pero cuando la gente no vegana se encontró con un lugar donde comés algo vegano, re rico, te cae bien y está lindo puesto, empezó a venir y nos decían: “No puedo creer que esto sea vegano”. Incluso hay gente que nos cuenta que se hizo vegana. Eso no sabíamos que iba a pasar. Eso fue una sorpresa. Si uno hace un producto de calidad, hay gente que lo valora y lo elige”.