Bodegas australes y vinos con influencia oceánica, una expresión franca y honesta del terruño.
Se ve el viñedo y 5 metros atrás de la marea alta, el mar. En Bahía Bustamente, una pequeña localidad costera de la provincia de Chubut, un grupo de amigos terminaron (o empezaron) un proyecto único y arriesgado. Lo definen como la expresión máxima del terroir. Finalmente, sacaron del fondo del mar las vasijas de concreto que habían acomodado allí, las sirvieron en copas y probaron un elixir para pocos elegidos.
Detrás de este proyecto están Matías Soriano y Astrid Perkins, propietarios de un lodge en la Bahía, quienes se asociaron con Renato Giovannoni y con Matías Michelini para crear Vinos de Mar.
Las plantaciones de Semillón, Pinot Noir y Albariño, a metros de la marea alta, se eligieron porque son las cepas que, no sólo mejor se adaptan al clima, sino que también captan los aromas del entorno. El lodge no se dedica al turismo enológico, y por ahora, la producción está toda vendida, pero esperan poder lanzar su primera tirada comercial en 2024.
El proyecto no es el único. El gigante Grupo Peñaflor también puso un pie en el universo de los vinos oceánicos. Bodega Trapiche se convirtió en la primera en embotellar comercialmente vinos de influencia oceánica en Argentina.
Fundó, en Chapadmalal, un pequeño pueblo de mar a aproximadamente 30 km de Mar del Plata, la bodega Costa & Pampa, rodeada de suaves lomadas y campos que finalizan en el Atlántico Sur y sus acantilados rojizos.
Su ubicación, a 6 kilómetros del mar, somete a las vides al particular clima de la costa. A diferencia de la montaña, Chapadmalal atraviesa un intenso régimen pluvial, un clima frío y húmedo, y menor amplitud térmica, entregando vinos más frescos y delicados, de gran complejidad aromática y buen volumen.
Allí se produce Albariño, Chardonnay, Pinot Noir, Sauvignon Blanc, Riesling y hasta un espumante Brut Rosé.
El frío y el viento patagónico
En Patagonia, en lo que era una plantación de cerezas, un proyecto extremo es la bodega Otronia, ubicada en el centro sur Chubut, en la localidad de Sarmiento, que se posiciona como la más austral del mundo.
Con 50 hectáreas de viñedos con variedades de Pinot Noir, Merlot, Chardonnay, y Pinot, Otronia es un desafío para valientes. Las razones: temperaturas de hasta 20°C bajo cero en invierno, heladas que se mantienen durante todo el año, y amplitudes térmicas extremas. Eso favorece la intensidad aromática, la acidez y la pureza de los vinos.
Desde otros puntos cardinales
La bodega jujeña Huachira, a cargo del enólogo Alejandro Sejanovich, es un ejemplo de un proyecto boutique que explora otras regiones al Norte del país. En plena Quebrada de Humahuaca, a 2750 msnm, dos hectáreas producen Syrah, Malbec y Cabernet Franc. La zona es fría, con máximas que apenas llegan a los 26º en verano.
Otro proyecto es Maimará, la bodega familiar de Fernando Dupont, que actualmente produce 30 mil botellas. O Viñas de Uquía, de Claudio Zucchino, con viñedos plantados a 4 mil msnm, que produce vinos con una alta complejidad aromática producto de la maduración lenta de la uva y a la amplitud térmica extrema.