La filosofía escandinava hygge se expande por el mundo con su propuesta de buscar la felicidad a través de las cosas simples. Una tendencia que contagia calma, prioriza los materiales nobles, la luz tenue y el calor de hogar.
Sentarse en un sillón mullido frente a la salamandra con una taza de café humeante y un plato lleno de galletitas caseras y taparse con una manta suave de pura lana. Esa es la postal más representativa del hygge. El concepto nació en Dinamarca y captó la atención global por propiciar una vida más tranquila, plena y reconfortante.
Hygge es una palabra danesa que no tiene una traducción exacta, pero abarca términos como calidez, confort y bienestar. Se enfoca en valorar las pequeñas cosas y en cultivar momentos que generen alegría genuina.
Hoy esta filosofía cobra un valor especial porque desafía al ritmo de vida actual agitado, hiperconectado, saturado de obligaciones, de embotellamientos, hasta de clima artificial.
“El hygge es el arte de crear una atmósfera acogedora. Consiste en estar con las personas que queremos. Es el sentimiento de saber que estamos a salvo, de que estamos protegidos del mundo y de que podemos permitirnos bajar la guardia. Puede que estés teniendo una conversación interminable sobre las pequeñas o las grandes cosas de la vida, o simplemente que te sientas a gusto compartiendo un silencio cómodo con alguien, o puede que lo único que hagas sea estar contigo mismo, disfrutando de una taza de té. Es la sensación del hogar. En otras palabras, el hygge trata sobre cómo convertimos una casa en un hogar; en un lugar donde hallemos comodidad y conexión”, detalla Meik Wiking en su libro “Hygge Home, cómo hacer de tu hogar un espacio feliz”.
El experto señala ciertos elementos que no pueden faltar para hacer de la propia casa un lugar placentero: un sillón cómodo, una alfombra en la que hundir los pies, velas, iluminación regulable, algo de madera y mantas tejidas.
“El entorno es muy importante cuando se trata del hygge. Este se basa en lugares con personalidad. Se trata de crear un ambiente acogedor y tranquilo que fomente la conexión emocional. Diseñar tu hogar hygge es imaginar qué actividades pueden desarrollarse en él que tengan un efecto positivo en tu bienestar y, después, darle forma al espacio donde vives para conseguir que eso suceda”, señala Wiking, también autor del bestseller “Hygge: la felicidad en las pequeñas cosas” y director del Instituto de Investigación de la Felicidad.
Estilo nórdico
No es casual que esta corriente surja de Dinamarca. Este país escandinavo siempre se mantiene al tope del ranking que mide la felicidad. “Puede que sólo haya una cosa más importante que el diseño en Dinamarca: el hygge”, asegura Wiking. Más allá de las modas, se instaló como un estilo de vida.
Sin embargo, su influencia no se limita a esta nación nórdica. En el resto del planeta la gente está adoptando el hygge como una respuesta al estrés y la desconexión de la vida moderna. Además de ser una inspiración para desacelerar el ritmo, apreciar el “aquí y ahora” y cultivar los vínculos, este concepto viene a recordar que la verdadera felicidad no se encuentra en la acumulación de cosas materiales o en las metas inalcanzables, sino en las experiencias simples y significativas.