Salvatore Ferragamo es uno de los diseñadores de zapatos más respetados en la industria de la moda. Las celebridades de todas las épocas usan sus diseños. El culto por lo artesanal, un estudio minucioso de la anatomía del pie y mucho estilo fue la combinación que puso a su marca en lo más alto del calzado internacional.


Los zapatos de Salvatore Ferragamo conquistaron a los clientes más exquisitos y exigentes de medio mundo. Desde hace 101 años, sus diseños se convirtieron en un fetiche y objeto de deseo.
Su primera creación fueron unas chatitas blancas para la comunión de su hermana Giuseppina. Tenía sólo nueve años cuando las confeccionó. Su familia, que no había tenido dinero para comprarle zapatos a la niña, quedó asombrada con el talento precoz. Undécimo hijo de 14 hermanos, Salvatore nació en 1898 en Bonito, un pequeño pueblo de Italia a unos cien kilómetros de Nápoles.
“En vez de inventar juegos con los otros chicos de mi edad, yo jugaba a trabajar “. Con estas palabras recordaba Salvatore en su autobiografía, titulada “Zapatero de sueños”, que abrió su primera zapatería cuando sólo tenía 12 años.
En 1915, a los 16, dejó Italia para unirse a algunos de sus hermanos que habían emigrado a Estados Unidos. Comenzó su camino en la fábrica Plant Shoe Factory en Boston. Estaba fascinado por la modernidad de las máquinas y los procesos de trabajo, pero veía que el calzado industrial no tenía la misma calidad que el que podía lograr a mano.
El deseo de perfeccionar su técnica lo llevó a aprender de anatomía, ingeniería y matemática. Estudió en la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, para sumar esos saberes a su habilidad por la hechura artesanal. Con esos nuevos conocimientos, descubrió el secreto del ajuste perfecto. En el interior de sus zapatos, Salvatore creó un sostén de metal que permite que el pie se sienta cómodo y que los zapatos calcen “como un guante”.
Su creatividad, el fino acabado de su trabajo y el incomparable confort de sus diseños pronto le hizo ganar una clientela prestigiosa. En 1923 abrió la icónica “Hollywood Boot Shop”, que lo consagró como el “zapatero de las estrellas”.
Pero el gran despegue de la marca ocurrió después de su regreso a Italia, en 1927. En Florencia terminó de darle forma a su sueño y montó una compañía que producía más de 350 pares de zapatos exclusivos cada día.
Aprovechó que la capital toscana atravesaba un período de renacimiento que se manifestaba en la arquitectura, la decoración y la plástica y fundó una escuela para transmitir sus saberes.
Pionero en artesanía zapatera
La influencia de Ferragamo en el mundo del diseño es muy fuerte. Llevan su firma algunos de los tacos altos más extraordinarios del siglo pasado. Fue luego de la Segunda Guerra
Mundial que demostró más que nunca su creatividad. Trabajar en medio de la escasez lo obligó a afilar la imaginación.
Inventó la icónica plataforma de corcho en 1937, que es un símbolo de su ingenio. Hizo magia con un material despreciado hasta el momento. Los modelos se veían vanguardistas y eran tan cómodos como livianos. Calzaron a aristócratas y a divas del cine y hasta hoy son tendencia.
También con elementos insólitos fue creada la “sandalia invisible”: para el empeine usó hilo de nylon (inspirado en la línea de pesca). Otras de sus creaciones emblemáticas son aquellas en las que recurrió a encajes de Tavarnelle que colocó como cobertura arriba del cuero, que hasta ese momento sólo era usado para la ropa interior.
Hizo de su pasión por el calzado un arte que tenía detrás una técnica insuperable. En 1947, recibió el prestigioso Neiman Marcus Award, el “Oscar” de la moda, por su habilidad para fusionar la tradición artesanal italiana con la modernidad.
A sus pies



No hay celebridad que no se haya calzado unos “Ferragamos”. “Dale a la chica el par de zapatos adecuado y conquistará el mundo”, aseguró Marilyn Monroe, quien amaba los diseños de la marca. Clienta mimada, siempre usaba un taco de 11 centímetros pero en diversos modelos. El más recordado es aquel cubierto en cristales Swarovski que lució en la película “El multimillonario” (“Let’s make love” de 1960).
Otra gran estrella a la que Salvatore le dedicó una creación especial fue Audrey Hepburn, para quien hizo unas ballerinas con punta redonda. Y confeccionó para Judy Garland unas sandalias con plataforma de colores vivos que llamó Rainbow en honor “El mago de Oz”.
Los miembros de la nobleza y la política también sucumbieron a sus diseños.
Ferragamo, logró asociar su oficio a las bellas artes, fue pionero al lograr que una marca de zapatos se convirtiera en sinónimo de moda. Y logró instalar el “Made in Italy”.
Legado
“Ha muerto el zapatero de los sueños”, tituló el Corriere della Sera el 8 de agosto de 1960, al día siguiente de la partida de Ferragamo. Tenía 62 años, seis hijos y una marca de lujo en pleno ascenso.
Quedó su esposa, Wanda Miletti, al frente de la empresa. Apoyada por sus seis hijos, transformó el negocio en una casa de moda internacional, añadiendo a su oferta, accesorios, ropa y perfumes.
“Continuaré por siempre. Recién he comenzado a trabajar. Todavía me estoy perfeccionando para el trabajo que tengo que hacer en el futuro. Tengo mucho tiempo. Sé que lo voy a hacer. Si no se hace con este cuerpo, se hará con otro. Todos fluimos con la marea eterna, y sólo la marea eterna no tiene fin”, detalló Salvatore en su autobiografía
Hoy, la marca sigue siendo símbolo de lujo y elegancia, reconocida por su rica historia y su capacidad para combinar diseño clásico con innovación constante. El Museo Ferragamo, inaugurado en 1995 en el histórico Palacio Spini Feroni de Florencia, recorre todo su legado.
En la actualidad, está al mando de la compañía Leonardo Ferragamo, hijo del fundador. Y el británico Maximilian Davis es el director creativo de la firma, quien lleva adelante un proceso de renovación que no pierde de vista la herencia de Salvatore. Su trabajo mantiene un equilibrio constante entre pasado y presente, entre la historia y la posibilidad de escribir un nuevo capítulo. “El archivo es mi punto de partida, 101 años significan que tengo mucho en lo que inspirarme”, aseguró.
Por supuesto, la calidad sigue intacta. Quienes tuvieron el placer de usar unos Ferragamos saben todo lo que aportan, más allá del lujo y la elegancia.


