
Por Mercedes Ezquiaga
Escritora y periodista especializada en arte
Premio Azcuy 🏆
La artista Nacha Canvas transforma el hormigón en un material liviano, burbujeante y lleno de fantasía en Suave Star, la obra ganadora del Premio Azcuy 2023. Instalado en el lobby de Donna Fiore, el proyecto combina un mural y esculturas en un diálogo vibrante entre arte y arquitectura.
La posibilidad de situar el material en un estado de ensoñación, donde pueda reinventarse en múltiples versiones de sí mismo, expandiendo sus límites hacia la ficción y la fantasía, es el eje de la flamante obra de la artista Nacha Canvas, ganadora de la edición 2023 del Premio Azcuy. “Suave Star”, la serie de piezas realizadas en hormigón, quedó instalada en su conjunto, de manera permanente, en el nuevo edificio Donna Fiore (Avenida Pedro Goyena 1745), en el barrio porteño de Caballito.
La propuesta de Canvas combina una serie de esculturas utilitarias con un mural en relieve para el lobby del edificio, en una exploración donde el hormigón -material estructural del desarrollo- se convierte en el protagonista. “El material está trabajado con un proceso de inyección de aire a través de espuma, lo que genera volúmenes livianos y llenos de burbujas. Es una investigación material que funciona como disparador de pensamiento, asociaciones y fantasía”, explica la artista.
Nacida en Ushuaia en 1990, Nacha Canvas fue seleccionada como ganadora de la quinta edición del Premio Azcuy, organizado en alianza con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y la Fundación Azcuy. Además de recibir un premio de 10.000 dólares, la artista contó con la producción íntegra de su obra financiada por la desarrolladora Azcuy.
Entre los principales desafíos de este proyecto, Canvas destaca la escala: “Nunca había trabajado en una obra de estas dimensiones”, confiesa. Radicada en Buenos Aires, su trayectoria ha estado marcada por la experimentación desde su irrupción en arteba con solo 24 años, cuando batió un récord de ventas. Desde entonces, ha sido parte del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella, y ha realizado numerosas exposiciones, consolidando una exploración artística que combina lo dúctil de los materiales, el espacio y el diseño.
En esta entrevista con Parla, Nacha Canvas profundiza en el proceso detrás de Suave Star y en cómo la arquitectura se convirtió en el principal motor creativo de su obra.
“Lo pensé tanto desde lo material como desde la sensualidad de las curvas y el diseño”, asegura.
Ganaste la quinta edición del Premio Azcuy con tu proyecto “Suave Star”, concebido para trabajar con hormigón como eje transversal. ¿Qué significados le otorgás a este material en tu práctica artística?
Si bien no había trabajado nunca con este material, el tratamiento y la búsqueda que suelo hacer tiene que ver con poner al material en un estado de ensoñación, donde pueda convertirse en nuevas versiones de sí mismo. En esta operación me gusta referenciarme con el arte drag, y sentir que estoy ‘dragueando’ al material. Modificar la apariencia que está en nuestro imaginario, cambiar el color, la textura y lo que transmite.
¿Hubo algún concepto inicial del proyecto que evolucionó durante este tiempo de trabajo?
Si bien la idea inicial se mantuvo, durante el proceso de experimentar con el material surgieron nuevas formas de trabajarlo, por ejemplo, lograr el brillo propio del hormigón puliéndolo cada vez más fino. Hay una progresión a través de las distintas piezas, al abrir la porosidad y también al cerrarla por completo. La pieza del exterior está llena de agujeros, una pieza permeable. En cambio, las de interior, están pulidas y con un brillo superficial.
“Suave Star” combina una serie de esculturas y un mural en un mismo espacio. ¿Cómo dialogan ambos elementos dentro del proyecto?
Combinando dentro de un mismo lenguaje lo arquitectónico, como la pared mural, con el mobiliario. Hay algo de lo utilitario que guía el espacio, que hace que tenga sentido. El mural es también pared, y los asientos son también esculturas.
Mencionaste que el hormigón fue trabajado con un proceso de inyección de aire y espuma. ¿Qué desafíos técnicos enfrentaste al experimentar con esta técnica?
El desafío mayor fue lograr controlar el peso de la pieza, porque seguía quedando pesada a pesar de esto. Y tenía que haber una relación posible y estable entre el peso, la cantidad de burbujas y su resistencia. Porque a mayor cantidad de burbujas, más frágil se vuelve. Hubo muchas pruebas hasta dar con la fórmula final. Fue un proceso de varios meses.
“Suave Star” quedará instalado en el lobby del edificio Donna Fiore. ¿Cómo influyó la arquitectura del espacio en el desarrollo del proyecto? ¿Hubo algún diálogo entre la obra y el diseño del edificio?
La arquitectura fue el principal disparador del proyecto. Lo pensé tanto desde lo material, como desde la sensualidad de las curvas y del diseño. Durante las visitas previas al edificio en la instancia de la convocatoria, había notado algo robusto y pesado que transmitía el material, y quise hacer un cambio de rol en ese aspecto. Pero está íntimamente vinculado con la arquitectura del espacio.
Contaste que la escala de la obra fue uno de los mayores retos. ¿Cómo fue la transición de trabajar en formatos más pequeños a desarrollar una pieza de esta magnitud?
Una de las ventajas de haber ganado este premio es contar con un equipo a disposición para hacerle frente a la escala. Todo era muy grande y pesado. Mover cada pieza lleva una logística. A la vez, el proceso de pulido fue largo y requirió de mucha paciencia. Me deja muchas cosas aprendidas para el futuro.
¿Cómo imaginás que “Suave Star” transformará la experiencia del lobby de Donna Fiore? ¿Pensaste en cómo interactuarán los habitantes del edificio con la obra en su día a día?
Espero que funcione desde lo utilitario pero también desde lo sensorial, que sentarse allí transmita algo. Me gusta la idea de retomar las intervenciones en edificios, algo que décadas atrás era muy característico en el país y hoy se ve cada vez menos. El mural en bajorrelieve es un guiño a edificios de los años 70. Es motivador contribuir a que el edificio tenga una identidad propia con un punto de vista y evitar que sean todos iguales.
¿Cómo fue el proceso de colaboración con Azcuy y el equipo de producción del proyecto? ¿Qué aprendizajes te dejó?
La colaboración fue dinámica, siempre encontré predisposición para resolver los temas que surgían. Fue un proceso muy largo, nunca había trabajado en algo que involucre a tantas partes: el equipo de arquitectura, renders, la gente de la hormigonera, lo administrativo. Fue un desafío la coordinación y agenda de todo esto.
El jurado del Premio Azcuy destacó la capacidad del certamen de llevar a los artistas más allá de su zona de confort. ¿Sentiste que esta experiencia expandió tu práctica de alguna manera?
Sin dudas, me abrió un abanico de posibilidades, sobre todo de pensarme a mí misma como artista por fuera del taller, ya que esto fue algo mucho más grande y colaborativo. Siento que la influencia de la arquitectura en mi trabajo va a tomar más fuerza después de esto. Me gustaría seguir con este cruce.
¿Por qué “Suave Star”? ¿Cómo elegiste el título de la obra y qué representa para vos?
Es un guiño a la marca de colchones, en relación al tratamiento del material tipo esponja lleno de burbujas. Representa un gesto sutil de humor y además me gusta como suena.
En varias de tus obras, la materialidad es un eje central. ¿Cómo elegís los materiales con los que trabajás? ¿Qué te atrae de ellos?
Van apareciendo, hay una mezcla de materiales nobles como la cerámica, la arcilla, los metales, con otros más bastardos como la gomaespuma. Pero mi inquietud es ponerlos a todos en el mismo plano.
Tu formación incluye diseño gráfico, cerámica, dibujo y fotografía. ¿Cómo influyen estas disciplinas en tu trabajo escultórico?
Me cuesta ver esas disciplinas como algo separado. Siento que todo lo que aprendí son herramientas que aportan de una forma interdisciplinar. Todo lo llevo a zonas que me interesan, hago un recorte de eso. Estudié esas cosas, pero siento que todo lo que me cruzo puede ser potencialmente inspirador.
¿Cómo creés que ha evolucionado tu lenguaje visual desde tus primeras obras hasta ahora?
Ha dado bastantes saltos. Y espero que siempre se mantenga dinámico. Me gusta no poder imaginar qué obras haré en el futuro, me aburre lo predecible en el arte. Antes me interesaba más la geología, ahora estoy en un momento más de ficción, de fantasías.

Sobre la artista
Nacha Canvas nació en 1990 en Ushuaia (Argentina). Estudió diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires, al mismo tiempo que incursionó en otras disciplinas como la cerámica, el dibujo y la fotografía; y formó parte del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella entre 2023 y 2024. Fue seleccionada para participar del Premio Fundación Andreani (2023) donde obtuvo la mención de honor; del Premio Azcuy del cual resultó ganadora con el proyecto Suave Star; del Premio Braque organizado por MUNTREF (2019); del Premio Itaú de Artes Visuales (2016) donde recibió una mención de honor. Fue dos veces ganadora de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires en la disciplina Artes Visuales, por la cual viajó a la Residencia Casa Tres Patios, en Medellín, Colombia (2013) y desarrolló el proyecto Friso con la tutoría de Lara Marmor, Marcela Sinclair y Patricio Larrambebere en el Centro Cultural Recoleta (2017).
Entre sus exposiciones individuales se destacan Fantasía Abstracta, Barro, Buenos Aires (2024) y Aerofósil, Quimera, Buenos Aires (2022), ambas curadas por Carla Barbero y Javier Villa. Ha integrado proyectos colectivos como Adentro no hay más que una morada, curada por Alejandra Aguado, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (2021). Actualmente vive en la Ciudad de Buenos Aires