En Nordelta, Azcuy construyó una casa de fin de semana para un usuario urbano. Su diseño invita a sumergirse en un paisaje donde se mezclan lo acúatico con los humedales.
Casa de retiro de la actividad semanal, donde el protagonista es el paisaje y los visitantes. Con estas premisas, Azcuy concibió la casa de Nordelta.
Casi como un ave al final de su vuelo que con liviandad y precisión se posa suavemente en el suelo, la casa nunca quiso apoyarse en el terreno. Siempre intentó posarse levemente, por una voluntad de respetar la tierra, de no interferir en su despliegue.
Con delicadeza, obligando a los visitantes a reconocer el paisaje casi desde todos los rincones de la casa (que no tiene muchos). La casa con una respetuosa actitud apenas apoya lo imprescindible como para una rápida bienvenida al visitante e inmediatamente y sin dilaciones conectarlo con el paisaje e instalarlo en él. Paisaje en el que lo acuático, lo húmedo (humedales), tal como ocurre en la vida misma, es protagonista principal.
Fuente de vida. Dos cursos de agua rodean la parcela en dos de sus cuatro lados, otorgando exuberancia al paisaje sin llegar a ser selva. Vegetación y fauna crecen armoniosamente en este ambiente de delta fluvial.
Tan interesada está la casa en ser un vehículo, un anfitrión del magnífico espectáculo diario de la naturaleza que cuida sus formas para no interferir, evita protuberancias y formas artificiales o complejas y acompaña con su horizontalidad la linealidad de un paisaje abierto.
Todas formas puras, pocas y con bordes nítidos, ni siquiera se ven los bordes de las carpinterías, no hay escalones ni desniveles ni en el piso ni en el techo. Es más, las carpinterías están diseñadas para desaparecer como quien corre el telón de un escenario para que se pueda disfrutar la función. Y los elementos fijos y necesarios, como las escaleras posándose lo imprescindible en la pared (no en el suelo) con unos escalones de magnífico diseño y fabricación en aluminio, o las etéreas barandas transparentes casi inexistentes.
Todo acompaña para reforzar la idea de esta levedad. Los espacios para estar son verdaderos auditorios que se abren al paisaje cada uno con su telón. Los espacios para dormir con la necesaria opacidad para el descanso e intimidad. El jardín (naturaleza cercana), con un enjambre “prolijamente desordenado” de plantas nativas, huerta y decorativas realza de forma casi exagerada pero suficiente a la naturaleza lejana, dándole plataforma a la casa que no quiso apoyarse en el suelo.