De pequeño taller de equipaje artesanal hasta líder mundial en moda de lujo, Gucci ya cuenta con 103 años delineando tendencias globales. La historia y el legado de una de las marcas más rentables, influyentes y copiadas de un sector exclusivo.



Todo comenzó en el hotel Savoy de Londres, emblema del lujo y durante mucho tiempo uno de los lugares favoritos de la realeza. Fue ahí donde un italiano de 16 años de nombre Guccio Gucci se esmeraba en su rol de portero. Era el año 1897 y veía con admiración las valijas de los huéspedes ilustres a quienes le daba la bienvenida. Cinco años después regresó a su Florencia natal para abrir su primera boutique especializada en equipaje de lujo.
Desde su fundación en 1921, Gucci pasó de ser una única tienda, en una callecita de Florencia, a convertirse en un símbolo de renombre mundial de la artesanía italiana, la creatividad visionaria y el diseño innovador. La historia de la firma influyó en la moda y la cultura de manera indeleble a lo largo de los siglos XX y XXI. Y hoy se destacan sus colecciones de prendas ready-to-wear, marroquinería, calzado, bolsos, joyas, relojes, maquillaje y decoración.
Crecimiento
El año 1953 fue crucial: marcó la expansión de Gucci dentro y fuera de Italia. La firma abrió su primera tienda en Nueva York y adquirió el histórico Palazzo Settimanni de Florencia para alojar su creciente producción artesanal en el corazón de la ciudad.
En esta etapa también comenzó a fabricar calzado. Fue especialmente bien recibido el mocasín Horsebit 1953, que se caracteriza por sus referencias al mundo de la equitación. Un símbolo de la marca constantemente reinterpretado.
Durante este período inicial también surgió el conocido bolso Jackie 1961 y estampas exclusivas, como el monograma GG y el motivo Flora. Todos esos sellos de identidad hicieron que Gucci fuera elegido por una clientela internacional llena de celebridades.


Grandes creadores
El final del siglo XX abrió las puertas a una nueva era de reconocimiento a los diseñadores estrella, convertidos en poderosos directores creativos, responsables tanto de la estética como de las decisiones de venta de las marcas de lujo. Por Gucci pasaron grandes nombres y cada uno dejó su impronta.
Tom Ford hizo su aparición en 1994, cuando la firma pasaba por un mal momento financiero, y se fue en 2004 de una empresa exitosa. Gracias al diseñador texano el prêt-à-porter pasó a ser valorado en el ambiente del lujo. Lo logró a fuerza de imprimir sensualidad en las colecciones.
También fue visionario al comprender que cantantes y actrices podían ser embajadoras perfectas de la marca. En 2004, Charlize Theron recibió un Oscar con un diseño de Gucci, también vestían diseños de Ford grandes estrellas de la época como Madonna, Beyoncé, Nicole Kidman, Sarah Jessica Parker y Salma Hayek.
En 2006 asumió como directora creativa Frida Giannini, quien supo reinterpretar los códigos de la firma, actualizándolos con un estilo definido como glamour sexy. Recuperó el estampado de mariposas, libélulas, lirios y azucenas que componen a Flora. Creado por Gucci en 1960 especialmente para Grace Kelly, terminó por imponerse gracias a que la Princesa de Mónaco lucía su pañuelo en numerosas ocasiones. Casi medio siglo después, Giannini imprimió el diseño sobre bolsos, vestidos y accesorios convirtiéndolo de nuevo en objeto de deseo.
Pero lo que más se le valora a la diseñadora romana fue su visión social. De su mano, la marca impulsó la iniciativa Chime for Change, un plan para desarrollar programas en todo el mundo de apoyo a las niñas y las mujeres que se encuentran en situaciones de exclusión o discriminación.
Gucci entró en una etapa de “caos mágico” cuando se hizo cargo de la dirección creativa el también romano Alessandro Michele. Con su llegada, el diseñador logró darle nuevos aires a la firma florentina que no pasaba por su mejor momento y llevó a la marca de nuevo al podio de las más deseadas.
Su narrativa de fantasía definida por mezclas inesperadas de texturas, estampados y colores nació en respuesta al “normcore”, la idea de vestir de manera convencional, anodina, que se había transformado en tendencia.
Gran promotor del género fluido en la moda, recurrió a iconos pop para difundir globalmente esa idea. Los grandes amigos de la firma durante esos años fueron Miley Cyrus, Dakota Johnson, Carlota Casiraghi, Lana del Rey, Jared Leto, Florence Welch y Harry Styles.
Cuando Michele abandonó el cargo en noviembre de 2022, Kering conglomerado dueño de la firma desde 2005, decidió que la marca tenía que volver a su esencia, y reafirmar su imagen de contemporánea y sofisticada. Nombró a Sabato De Sarno como nuevo director creativo. La misión del diseñador de Nápoles es reconectar a la compañía con su historia. Por eso, presentó en el Tate Modern el desfile de la colección crucero 2025 y tiñó las pasarelas de aquel Londres que fue el germen de Gucci.
Lejos de las mixturas de Michele, el nuevo director creativo propone volver a las líneas rectas de la sastrería. La marca hoy se muestra romántica, con toques británicos, mezclados con referencias al estilo italiano y colores neutros.
Visión sustentable
Más allá de las pasarelas, la marca asumió un compromiso firme con la sostenibilidad medioambiental y social. Su iniciativa Gucci Equilibrium marca un camino hacia una moda más ética y responsable, enfocándose en la reducción de su huella de carbono y en la promoción de prácticas laborales justas. Esta impronta no solo responde a las demandas de un consumidor cada vez más consciente, sino que también refuerza la idea de que el verdadero lujo debe ser sinónimo de integridad.
Cada eslabón de la cadena de suministro, desde la obtención de materias primas hasta procesos de fabricación innovadores, apunta a reducir residuos y contaminación y mejorar las vidas de las personas que trabajan para la compañía, apoyando también a comunidades desatendidas globalmente. Para lograrlo, invierte en agricultura regenerativa, utiliza materiales reciclados en sus colecciones y optimiza la eficiencia durante la fabricación con enfoques creativos.
Con más de cien años de historia, Gucci no es solo una marca de moda; es un símbolo de compromiso, transformación constante y evolución.

