
Un edificio de 1920 en pleno corazón de París fue modernizado, sin perder su esencia de época, para convertirse en un hotel de lujo del grupo LVMH (Louis Vuitton Moet Hennessy). Desde sus suites con vistas icónicas hasta sus innovadoras propuestas gastronómicas, cada rincón de Cheval Blanc refleja estilo, arte y sofisticación francesa.
París suma una joya más a su colección. En el corazón de la ciudad, donde confluyen el Marais, Île de la Cité y el Louvre, renace un edificio Art Decó de 1928 transformado en el lujoso hotel Cheval Blanc París, del grupo LVMH. El proyecto, que fusiona historia, arquitectura y arte con una visión moderna del lujo, marca un nuevo hito en la hotelería internacional.
Ubicado en los antiguos almacenes La Samaritaine, el edificio —obra del arquitecto Henri Sauvage y declarado Monumento Histórico— fue meticulosamente restaurado por los arquitectos Peter Marino y Edouard François, quienes respetaron su espíritu de época, incorporando detalles de vanguardia y una atmósfera que remite al refinamiento francés contemporáneo.
“El objetivo era transformar un ícono parisino sin perder su alma”, aseguró Marino, también responsable del diseño interior del hotel, incluyendo sus 72 suites, cuatro restaurantes, los vestíbulos y el Dior Spa. Cada rincón fue concebido como una galería habitable, con piezas únicas firmadas por grandes artistas y artesanos franceses. El resultado: un hotel que es, en sí mismo, una obra de arte.
Un culto al “art de vivre” francés
El diseño interior refleja el espíritu de un coleccionista sofisticado. Desde una escultura de Tony Cragg en la entrada hasta litografías de Sonia Delaunay, la colección de arte que habita los espacios públicos y privados es tan variada como exquisita. Destacan también un lienzo monumental de Georges Mathieu, una barra de hierro fundido de Ingrid Donat, lámparas de Philippe Anthonioz y muebles vintage firmados por Maria Pergay, Charlotte Perriand y Jean Lurçat.
Los materiales juegan un rol central en esta narrativa visual. El suelo del vestíbulo, inspirado en los parquets del Palacio de Versalles, está compuesto por cuatro tipos de piedra ensambladas a mano. Los ascensores están revestidos en cuero y retroiluminados por Thierry Dreyfus, conocido por iluminar los desfiles de moda más importantes del mundo.
Cada suite ofrece vistas privilegiadas: Notre-Dame, el Sena, el Louvre o la Torre Eiffel se asoman por amplios ventanales. Las habitaciones, de entre 45 y 105 m², combinan confort extremo con una estética cálida y sofisticada. Baños de mármol, duchas tipo hammam y mobiliario con acentos de bronce y mármol blanco completan la experiencia sensorial.
Entre todas, se destaca la Suite Quintessence: una residencia de dos pisos con piscina privada, vistas a la Basílica de Montmartre, sala de cine, gimnasio y sauna. Su decoración fue especialmente concebida por François-Xavier y Claude Lalanne, con esculturas que evocan formas naturales y muebles convertidos en piezas escultóricas.
Gastronomía de alto vuelo
La experiencia culinaria es uno de los pilares del Cheval Blanc. A cargo del chef Arnaud Donckele y el pastelero Maxime Frédéric, la oferta gastronómica deslumbra tanto por su creatividad como por la calidad de sus productos.
Plénitude, el restaurante insignia, fue galardonado con tres estrellas Michelin. Allí, Donckele despliega su “nueva cocina clásica”, un viaje que une Normandía, el Mediterráneo y París. En el último piso, Langosteria rinde culto a los frutos de mar con una carta que combina lo mejor de Italia con vistas de 360° sobre la ciudad. También se encuentra Le Tout-Paris, una brasserie Art Decó con alma de bistrot, que revive el espíritu bohemio del pont Neuf y los tradicionales bouquinistes.
A comienzos de 2024, se sumó Hakuba, el restaurante japonés del hotel que ya cuenta con lista de espera. Con tres barras dedicadas a distintas especialidades, es la nueva meca de la alta cocina nipona en París.

Espacio para el disfrute
El Dior Spa Cheval Blanc eleva el bienestar a una experiencia sensorial única. Con cabinas de tratamiento personalizadas, zona fitness de última generación y peluquería a cargo del estilista Rossano Ferretti, este espacio consagra el arte del cuidado personal con la elegancia propia de la maison Dior.
La piscina cubierta de 30 metros —la más larga de Europa— es otro de los íconos del hotel. Decorada con mosaicos de Michael Mayer y un mural digital de Oyoram que evoca el fluir del Sena, el espacio está rematado por un espejo de 120 m² en el techo que duplica la sensación de inmensidad y lujo.
En el séptimo piso se extiende un jardín-terraza de 650 m², donde la ciudad se despliega en un espectáculo visual ininterrumpido. Desde allí se pueden contemplar los principales monumentos parisinos mientras se disfruta de un desayuno gourmet, un cóctel al atardecer o una cena bajo las estrellas.
Tanto desde su oferta culinaria como en su diseño y su spa para entregarse al relax convierten al Cheval Blanc París en un destino inigualable, donde cada detalle es un homenaje al lujo, al Art Decó y a la sofisticación francesa.
