
Ubicada en las Antillas Menores, es un refugio de lujo y sofisticación. Con su aire de elegancia francesa y su entorno natural paradisíaco, es el destino preferido de celebridades y viajeros exigentes que buscan privacidad, belleza y un servicio impecable.
Aguas cristalinas, playas de arenas blancas y un ambiente relajado convirtieron a esta isla de un poco más de 20 kilómetros cuadrados en un lugar de ensueño. En verdad, su nombre original es Saint Barthélemy, en francés. Está muy cerca de Saint Martin, a solo 35 kilómetros, y a 175 kilómetros al norte del archipiélago de Guadalupe.
Para llegar, una opción es tomar un vuelo hasta el aeropuerto Princess Juliana en su vecina Saint Martin y luego abordar una pequeña aeronave hasta el Aeropuerto Rémy de Haenen, ex Saint-Jean Gustaf III, famoso por su desafiante pista de aterrizaje entre colinas y el mar. También se puede acceder en barcos y yates pequeños, aunque la experiencia aérea es, sin duda, la más emocionante.
El nombre original, San Bartolomé, se lo dio Cristóbal Colón en honor a su hermano menor cuando pisó este pequeño territorio caribeño en 1493. Esta isla volcánica del Caribe fue la única colonizada por los suecos entre 1785 y 1877 y, de esa época, viene el nombre de la capital, Gustavia (por el rey Gustavo III de Suecia). En 1877 la recuperaron los franceses previo pago de 80 mil francos.
Por un largo período, esta réplica en miniatura de la Costa Azul quedó sumida en el olvido hasta que un campo de cabras sirvió de pista de aterrizaje al avión de Rémy de Haenen, considerado el padre del turismo de St. Barth. Cuenta la historia que este aventurero fue el primero en llegar en calidad de visitante, en 1945, y quedó atrapado por su belleza tropical.
Muy cerca de Gustavia, la capital, el hombre hizo construir el primer hotel de la isla: Eden Rock. Erigido sobre un peñón de la bahía de Saint-Jean, funcionó primero como su residencia particular y donde, en los 50, recibía a sus amigos Greta Garbo y Howard Hughes. Los 60 sumaron a los Rockefeller y Rothchild y, diez años después, a los Onassis a bordo de su yate Cristina.
Así, Saint Barth se configuró como destino de elite y Eden Rock fue la parada predilecta.
Actualmente, la isla es un rincón de Francia en el Caribe. Su arquitectura colonial, su exquisita gastronomía y el refinado gusto de sus locales de alta gama reflejan una
perfecta combinación entre la sofisticación europea y la calidez tropical. El francés es el idioma predominante, el euro es la moneda oficial y el ambiente destila un glamour relajado que hace que cada visitante se sienta parte de un mundo exclusivo.


Postales imperdibles
Ideal para visitar entre los meses de abril a junio, cada rincón de la isla tiene su propia magia, pero hay algunos lugares que simplemente no pueden faltar en la agenda de cualquier visitante:
· Gustavia. La elegante capital de la isla, con su puerto repleto de yates de lujo, tiendas de diseño y restaurantes con vistas al mar.
· Playa de St. Jean. Un enclave paradisíaco de arenas blancas y aguas cristalinas, lugar donde se ubica el mítico hotel Eden Rock.
· Playa Anse des Cayes. Es la elegida por los surfistas más experimentados por sus grandes olas.
· Colombier Beach. Solo accesible por barco o una caminata panorámica, es una de las playas más azules y apartadas de la isla.
· Cheval-Blanc St. Barth. El exclusivo hotel cuenta con 61 habitaciones, suites y villas rodeadas de verde y con majestuosas vistas al mar.
· Fort Karl. Lo que fue un fuerte militar construido en 1789 se convirtió en punto panorámico que ofrece vistas privilegiadas de Gustavia y el azul infinito del Caribe.
La oferta culinaria de Saint Barth es una celebración de sabores donde la tradición francesa se funde con ingredientes caribeños. La isla cuenta con una selección de restaurantes de primer nivel, en los que cada bocado se transforma en una experiencia inolvidable.
Rodeados de exuberante vegetación o con vistas al mar infinito, los restaurantes ofrecen menús que fusionan platos de mar con inspiración francesa y el inconfundible toque tropical.
En definitiva, Saint Barth es más que un destino de playa, es una experiencia sensorial, un escape del mundo convencional hacia un universo de lujo, tranquilidad y belleza incomparable. Una joya del Caribe, un paraíso soñado.