El Museo de Ciencias NEMO de Ámsterdam propone un recorrido fascinante e interactivo a través de un edificio conectado con la ciudad y con el puerto que lleva la firma de Renzo Piano, ganador del Premio Pritzker.
NEMO, el Museo de Ciencias de Ámsterdam, en Países Bajos, es un espacio pensado para curiosos, valientes y exploradores, como el recordado personaje creado por Julio Verne. El edificio fue proyectado en la década del 90 por el arquitecto italiano Renzo Piano, responsable de las obras de varios museos entre los que se destaca el Centro Pompidou.
Además de tener un diseño sustentable, minimalista y de vanguardia, NEMO acerca experiencias interactivas donde se busca entender cómo influyen los fenómenos de la ciencia en la vida cotidiana.
Todo sucede en el puerto
Inmerso en el entorno del puerto, el edificio que evoca la forma de un barco que está por zarpar, sorprende por su fachada revestida en cobre, un material elegido por su resistencia y bajo mantenimiento que, con el paso del tiempo, fue tomando un atractivo color verde. Erigido sobre un túnel, da la sensación de que los autos ingresan a la bodega de una embarcación, mientras los visitantes pasean por el interior y la cubierta. Una rampa peatonal conduce al techo inclinado del edificio que sirve como una plaza pública.
Vista privilegiada
Piano llegó a la conclusión de que a Ámsterdam le faltaba un punto de vista elevado para que las personas pudieran mirar la ciudad. Por eso, la terraza que alcanza los 32 metros de altura es protagonista absoluta. Se trata de una cubierta verde de 1000 metros cuadrados con un paisajismo de 18.000 ejemplares de plantas, colmenas y propuestas que muestran cómo aprovechar el viento, la luz del sol y el agua para generar energía. Sin dudas, todo un acierto del ganador del Premio Pritzker, pues este espacio se consagra como el lugar favorito de los visitantes.