Por March Mazzei, periodista, editora de Revista Ñ


La feria de arte más importante de Estados Unidos, Art Basel Miami, se desarrolló en la ciudad de la Florida durante una semana con la presencia de 286 galerías de 38 países de todo el mundo. En esta edición sumó 34 nuevos expositores y profundizó el foco en el arte contemporáneo de América Latina.
Con soleadas playas, fiestas legendarias y una avalancha de encuentros, la Semana del Arte de Miami cerró el calendario anual de ferias globales con su evento insignia: Art Basel Miami Beach. Lo que está de moda y lo que viene en el arte contemporáneo se revela en sus pasillos mullidos repletos de imágenes que compiten por la atención de visitantes especializados y público en general. Desde que Art Basel llegó a Miami en 2002, agregándole sofisticación cultural a la ciudad, se convirtió, además, en el eje de una galaxia de ferias satélites, entre las que se incluyen Untitled Art, Design Miami, Pinta, NADA y Art Miami.
Nacida para acompañar a un nuevo coleccionismo que se desarrolló en los ‘70 de la mano de las profesiones liberales, Art Basel consolidó su modelo de booth o stands para el consumo de arte en el ámbito internacional. Este año por primera vez, en Suiza, Hong Kong, París o Miami cada feria del conglomerado empresarial Art Basel tiene director propio, que le imprime su sello a la vez que potencia su singularidad. La gestión de Bridget Finn, vinculada al arte emergente en Memphis, en su debut en Miami creó un nuevo formato de micro stand que permitió la participación de 34 nuevas galerías, expandiendo los lenguajes creativos.
Con franqueza, es casi imposible imaginar que en una jornada se pueden recorrer las 286 galerías de 38 países que tuvieron su espacio del 3 al 8 de diciembre pasado en el Centro de Convenciones de Miami Beach; dos tercios llegadas desde América, lo que la convierte en una vidriera al mundo para el arte latinoamericano. Fueron 75 mil visitantes los que recorrieron los seis sectores del Programa, pensados estratégicamente para captar la atención de mecenas, coleccionistas, instituciones y asesores. Solo los primeros días estuvieron reservados para invitados VIP.
Una demanda robusta e importantes ventas caracterizaron a la edición 2024 de Art Basel Miami Beach, de la mano de los renovados conceptos de exhibición y un contexto propicio que le dio una atmósfera más animada que en años anteriores. Los galeristas destacaron cierto rebote del mercado post elecciones presidenciales, que se manifestó tanto en ventas, ya desde las primeras horas, como en el inicio de conversaciones interesantes con museos e instituciones culturales de todo el mundo.
El amplio espectro de obras expuestas, y por supuesto de precios, desde los maestros del arte moderno como Pablo Picasso, Richard Serra o Kara Walker, por mencionar algunos, hasta las estrellas del arte contemporáneo, explican en parte este renacer.
Porque, además de ser un mercado, la feria también funciona como un espacio de consagración para artistas y tendencias que luego son buscados por los museos del mundo a través de sus programas de adquisiciones y visitas de curadores.

Argentina al mundo
La virtuosa convergencia entre el mercado estadounidense y Latinoamérica que sucede en Miami se traduce en nuevas oportunidades para los artistas. Aquí se inician muchas conversaciones que pueden concretarse en alianzas, exposiciones o ventas muchos meses después.
Así, un número récord de galerías argentinas participó de la última edición de la feria. Ruth Benzacar, Barro, Isla Flotante y Jorge Mara-La Ruche se ubicaron en el sector principal, mientras que Rolf Art y PIEDRAS presentaron en Positions proyectos individuales de jóvenes artistas.
Montado en un semicírculo con tapete y dos puffs para sentarse a contemplarlo, un monumental bordado del dúo Chiachio & Giannone llamó la atención de quienes se toparon con la sección Meridians, área de la feria donde se presentan obras de gran formato. “Toda galería que atraviesa el proceso de selección de Art Basel puede presentar un proyecto de grandes dimensiones”, concede Moral Bacal, directora de la galería Ruth Benzacar, que representa a los artistas. La prestigiosa curadora Yasmil Raymond seleccionó la obra de la dupla argentina junto a otros 16 proyectos.
“La familia en el alegre verdor” es un bordado monumental hecho a mano que entrelaza la flora autóctona, como símbolo de disidencia con la historia de la tapicería del renacimiento europeo y las selvas imaginadas de Rousseau. El retrato de la pareja junto a su mascota Piolín es el centro de la enorme pieza que demandó seis años de trabajo.
En su quinto aniversario, Meridians fue relocalizado en un extremo del predio, contiguo a los espacios más emergentes y con la idea de propiciar otros diálogos. Allí mismo, en medio de negociaciones con varios coleccionistas privados de la ciudad, se presentó el libro Vivir sus vidas, compendio de la trayectoria de los artistas. Al final de la feria llegó el anuncio: la gran pieza de Chiachio & Giannone fue adquirida por el coleccionista argentino Andrés Buhar, fundador de ArtHaus, centro cultural en el microcentro porteño.
Frente al imponente bordado, el stand de Ruth Benzacar presentó una selección de obra de los artistas de su staff: Roberto Aizenberg, Eduardo Basualdo, Carlos Huffmann, Jorge Macchi, Liliana Porter, Mariana Telleria y Francisca Rey.
Otra galería argentina tuvo presencia en el sector Meridians. Rolf Art llevó el monumental fotograma de la serie Amazogramas (2014) de Roberto Huarcaya, uno de los artistas contemporáneos más distinguidos y comprometidos del Perú, que representó a su país en la Bienal de Venecia 2024. Realizada de noche en Bahuaja Sonene, una reserva natural en la selva amazónica de Perú, esta pieza implicó desplegar un papel fotosensible de 90 m de largo a través del denso follaje de la selva, cuyas formas se proyectaron sobre el papel con la ayuda de un pequeño destello y la luz de la luna llena. Las imágenes fotográficas se revelaron utilizando el agua de un río cercano, que añadió sedimentos minerales y pigmentos a la superficie de la obra.
Muy cerca, la misma galería, dedicada a la fotografía y la imagen en movimiento, presentó una instalación audiovisual de la argentina-peruana Julieta Tarraubella. La vida secreta de las flores (2018 – 2024), que consiste en capturas en pequeñas pantallas de la metamorfosis de las flores en stop-motion. Este jardín-cyborg concibe de modo performático la naturaleza, al tiempo que problematiza la vida bajo vigilancia de la que somos protagonistas todos los seres vivos, en el formato omnipresente del momento: el video efímero.
De una belleza perpetua, estas flores se presentaron junto a la instalación Garden: una serie de monitores Sony de los ‘70 conectados a tres cámaras que construyen una obra en tiempo real. “Quise hacer un registro completo del ciclo de vida, no solo la parte de la belleza”, concedió la artista, presente en el stand durante una visita guiada organizada por instituciones argentinas. Fue parte de la misión comercial de Meridiano -la Cámara Argentina de Galerías de Arte-, la Fundación arteba y la Agencia Internacional de inversiones de la Cancillería Argentina, que se reunieron y crearon una agenda de eventos. A partir de esta visita, la serie completa fue adquirida para ser instalada en un nuevo hotel de Miami, que aún está en construcción.
Tras una década como galería en Buenos Aires, PIEDRAS debutó en Art Basel Miami Beach con un proyecto muy a tono con las tendencias globales que no pasó inadvertido. La joya imposible (2024) se titula la serie de Jimena Croceri que crea delicadas piezas de bronce fundido que toman la forma de los intersticios que se generan en el cuerpo y entre los cuerpos.
Todo comienza con un juego performático en el que surgen vacíos o espacios de articulación que son llenados con este metal, en alusión a los cultos de los pueblos precolombinos que utilizaban como amuletos objetos más simbólicos y ornamentales que funcionales. Presentado junto a las fotografías de la performance de los cuerpos, el proyecto aborda el conocimiento de las técnicas ancestrales con cierto cuestionamiento al pensamiento binario. Fue destacado por la prensa local y varias de sus piezas encontraron comprador.
Un dream team de los artistas de la galería Barro –con segunda sede en Nueva York– capturó miradas en el sector principal. Allí estaban –y se vendieron todas– las acuarelas de la nueva serie de La Chola Poblete, los trabajos más recientes de Lucrecia Lionti -que se aventuró en la abstracción geométrica mediante el textil- y las deslumbrantes obras de Joaquín Boz.
Pero llamó especialmente la atención de los visitantes, que se acercaban para apreciar en detalle, la fantástica calavera del colectivo Mondongo, que en las últimas horas de la feria fue adquirida por el coleccionista argentino Eduardo Costantini, fundador del Malba, por seis cifras.
Con artistas de gran proyección internacional, la galería Isla Flotante también dijo presente en Basel Miami. Como resultado de su gestión en San Pablo, donde hace dos años abrió una filial, de allí provenían varios de sus compradores. La serie de dijes de metal del artista Valentín Demarco se vendió a una colección privada, y otra se quedó con obra de Mariela Scafati, de su serie de pinturas en pequeños canvas amarrados y suspendidos mediante la técnica japonesa de bondage llamada shibari. Tanto Scafati como La Chola participan, actualmente, de una gran exposición sobre disidencias en el Museo de Arte de San Pablo (MASP).
La presencia argentina se completó con la infaltable galería Jorge Mara-La Ruche, que desde hace 14 años participa de todas las ediciones; esta vez con Sarah Grilo, Eduardo Stupía y Ana Sacerdote, y clientes fieles.
Participantes de la escena global, los artistas argentinos también aparecen a la vuelta de un muro, en galerías de cualquier procedencia. En uno de los pasillos centrales, cerca del restaurante de sushi más concurrido, la galería Nara Roesler (con sedes en Río de Janeiro, San Pablo y Nueva York) colgó en medio del camino un deslumbrante móvil tridimensional dorado de Julio Le Parc, que se vendió de inmediato por una suma más que interesante en euros.
Durante la feria, la instalación cerámica Allegory of Florida (2023), de la artista argentina residente en Miami Nina Surel, recibió el Legacy Purchase Prize, que implica que el gobierno local la adquirió para ser exhibida de forma permanente en el Centro de Convenciones, donde se realiza la feria. Surel, que fundó The Collective 62, un espacio de residencias en Liberty City –una zona aún no tan desarrollada de Miami–, participó de Art Basel Miami Beach junto a la galería Spinelli Projetcs, dirigida por un italiano que fue tentado a traer la obra de Surel por primera vez a Buenos Aires.
El stand de Kurimanzutto –con locales en Ciudad de México y Nueva York– le dedicó un micro museo a la icónica Marta Minujín, reciente incorporación de la galería, con obra de diferentes momentos de su extensa trayectoria, incluso las pinturas de sus primeros años, pocas veces vistas. Sprüth Magers, por su parte, exhibía obras de Analía Saban y, la galería alemana Jan Kaps, las pinturas de Carrie Bencardino. Orgullo sentían los argentinos al ver los móviles de Tomás Saraceno y unas altísimas telas sin bastidor de Vivian Sutter, artista nacional residente en Guatemala.


Más allá del Convention Center
Art Basel Miami Beach es el centro de una constelación de ferias que en las últimas dos décadas creció a su alrededor. Y que dan forma a la Semana del Arte junto a cientos de acciones de marketing asociadas al arte, cenas para coleccionistas, funciones de ópera y teatro y un sinfín de activaciones y fiestas. En 2024 fueron unas 1200 galerías las que se concentraron en la ciudad.
En una carpa montada en la playa de Ocean Drive, con luz natural y un salón vip con vista al mar, la ya mencionada feria Untitled Art se consolida con una personalidad propia. Allí estuvieron las galerías argentinas Constitución, Vigil González (con foco en arte latinoamericano y sede central en Cusco, Perú), y Tramo. Mientras que en la ya tradicional Pinta, fundada por el argentino Diego Costa Peuser, se apuntaron Valerie ‘s Factory, Luogo, Imaginario, Subsuelo, Pabellón 4 y Ankara. La galería Calvaresi, por su parte, participó de la New Art Dealers Alliance (NADA), junto a Tomás Redrado Art, espacio de venta y residencias que el argentino Tomás Redrado fundó en Miami.
Pero no solo las galerías visitantes causan sensación. Los museos e instituciones locales también albergan una agenda repleta de exposiciones de alto perfil, desde ICA Miami hasta Nina Johnson, incluyendo al Faena Art Center, siempre hay imperdibles. En rigor, la semana anterior a Art Basel Miami son las galerías las que inundan la agenda de eventos y colaboraciones para calentar motores, mientras que los espacios institucionales como las colecciones y museos privados que emergieron en los últimos años ajustan sus inauguraciones para tentar a los visitantes internacionales.
Fue el caso de Espacio 23, con una mega exposición de las nuevas adquisiciones del desarrollador Jorge M. Pérez: una avasallante muestra colectiva dividida en episodios bajo el lema Espejos de la mente. Mientras que el Museo Reubell, con entrada libre para quienes mostraran su pase a alguna de las ferias, además de sus brillantísimas piezas propias, ofrecía una estadía de varios minutos en una fantástica instalación de Yayoi Kusama. Inolvidable.
La experiencia es avasallante. Sorprende la diversidad de medios, estéticas y lenguajes de cientos de artistas que pueden darse cita en un mismo espacio cada año, capaces de disparar conversaciones interesantes y significativas, generar entusiasmo en los visitantes y afinidades entre ideas de diferentes orígenes. Haciendo foco o una mirada panorámica, reafirma la importancia del arte como medio de expresión en tiempos complejos.
