Los retiros sensoriales permiten reconectar con lo esencial. Respiración consciente y baños de sonido y de bosque proponen calma y autoconexión. Estas prácticas, que combinan técnicas ancestrales con un enfoque moderno en el bienestar, invitan a detener el ritmo y redescubrir el poder de la naturaleza y los sentidos.
En un tiempo en que nos planteamos más que nunca tomarnos momentos “para no hacer nada” y reconectar con nosotros mismos, los retiros sensoriales son la mejor opción. Las opciones son variadas: comenzar por un baño de sonido, experimentar el proceso de respiración consciente o adentrarnos en un bosque para profundizar el contacto con la naturaleza son excelentes maneras de comenzar a conectar con nosotros mismos.
Sinfonía de sensaciones
“Una experiencia ultra sensorial para que ya al llegar puedas olvidarte de todas las preocupaciones y las diferentes frecuencias del sonido te ayuden a hacer un reseteo físico, mental y emocional. Vas a sentir la diferencia en tu mente, que va a estar en calma, porque se equilibra el sistema nervioso, algo que tanta falta nos hace por estos últimos días”. Con estas palabras Belén Ortega describe los Baños de sonido, encuentros sanadores que facilita y desarrolla en hoteles, spas, estancias, entre otros espacios.
En las sesiones utiliza más de 50 instrumentos, algunos ancestrales de los Mayas y también varios cuencos de cuarzo, que son los tradicionales gongs, y los complementa con ambientación aromática. “Creo en los estímulos sensoriales para sacudir el estrés. Te sumergís en una sinfonía de sensaciones (sonidos y fragancias) para regenerar tu energía y claridad mental. De esta manera se vuelven a activar tus circuitos de placer”, asegura la experta.
La propuesta es acostarse, cerrar los ojos y dejarse llevar. Animarse a que todas las capas de nuestro campo de energía (cuerpo, mente, espíritu) se despierten y “escuchen” más allá de los oídos. Todo fluye para que, luego, se sienta la motivación y la creatividad a flor de piel.
Poner consciencia
Inhalamos y exhalamos unas 20.000 veces al día, pero no nos detenemos a pensar en cómo lo hacemos. Sin embargo, la calidad de nuestra respiración tiene un impacto directo en la salud.
“La respiración es la única función fisiológica que podemos regular de manera consciente, por eso es tan importante. Actualmente, existen estudios que avalan que como respiras, vivís. Por ejemplo, se sabe que la respiración nasal (y no bucal) activa la corteza prefrontal de nuestro cerebro, y esto mejora la concentración. También, es importante que no sea corta, sino ampliarla utilizando al máximo nuestra capacidad pulmonar. Si es profunda y controlada, calma el sistema nervioso”, detalla Nuria Docampo Feijóo, quien realiza acompañamientos individuales y en grupo con herramientas del Budismo, Neurociencias, Mindfulness y Bodyfulness.
Abandonar el acto reflejo y poner el foco en cada inhalación y exhalación. Esa es la clave. “La respiración consciente es una de las principales herramientas para hacer ancla en nuestro cuerpo y salir de la ‘mente divagante’”, destaca Nuria. Y agrega: “Observar cómo
entra y sale el aire trae múltiples beneficios, por ejemplo, baja mucho la ansiedad, nos trae presencia en el momento, hace que el piloto automático se detenga.
Tomar el control de cómo entra aire en nuestro cuerpo es un proceso reparador. Existen diferentes técnicas que lo vuelven dinámico y placentero. Conteo, cambios de ritmo respiratorio, inhalar por una fosa y exhalar por el otro lado de la nariz y demás juegos que incluyen adentrarse y salir de olas de mar ficticias. Ejercicios que no solo nos ayudan a relajarnos, sino que también mejoran nuestra concentración y fortalecen nuestro sistema inmunológico
Volver a las raíces
Caminar lentamente, apagar el teléfono y silenciar las preocupaciones, disfrutar del aroma de las plantas, escuchar el sonido del viento y el crujir del suelo, prestar atención a la gama de colores y texturas. Esas son las consignas para adentrarse en los Baños de bosque. Originarios de Japón, donde los llaman shinrin-yoku – que significa “sumergirse en la atmósfera del bosque”- actúan como un “limpiaparabrisas” emocional y sensitivo.
“El shinrin-yoku crea un puente entre nosotros y el mundo natural. Y cuando estamos en armonía con el mundo natural, podemos empezar a curarnos”, señala el inmunólogo Qing Li, profesor de la Escuela de Medicina de Tokio, en su libro El poder del bosque.
Esta actividad consiste en una caminata lenta -que dura entre dos y tres horas- por un paisaje lleno de árboles e involucrando los cinco sentidos. No se trata de cubrir una determinada distancia o alcanzar un destino, sino de experimentar un contacto pleno y relajado con el lugar.
“El baño de bosque es un paseo sensorial diseñado cuidadosamente en secuencias de actividades de conexión con el entorno natural, uno mismo y los demás. Es lúdico y reflexivo, divertido y profundo, sencillo y transformador”, describe Rocío Ferraro, Guía de Baños de bosque.
Según la especialista, nadie sale indiferente de la experiencia: “La idea es acompañar a quienes lo hagan en un viaje interior a través de la naturaleza, brindando un espacio seguro para que cada uno descubra su propia conexión con el bosque, con la propia naturaleza salvaje”.
Basado en el contacto del cuerpo con la carga eléctrica natural de la Tierra, el Baño de bosque disminuye el estrés y las emociones negativas, reduce la irritabilidad, restaura la atención y la claridad mental al tiempo que mejora del flujo sanguíneo y el sueño.
Diferentes caminos que nos acercan a la misma meta: lograr el bienestar físico y emocional reconectando con nosotros mismos.